La historia de Beringer comenzó en 1985 en Francia, cuando Gilbert Beringer, aficionado y conductor de sidecars de rally de carretera, decidió fabricar una gama de ruedas y horquillas giratorias para sus vehículos.
El objetivo principal de Beringer es conseguir una alta calidad para garantizar la total seguridad a los usuarios de sus frenos. Cuenta con las certificaciones de calidad: ISO 9001, UTAC, TÜV.
Para Beringer no hay diferencia entre las piezas destinadas al público en general y las destinadas a los pilotos de carreras. Los frenos Beringer están diseñados para resistir los rigores de la competencia. Por lo tanto, obtiene avances tecnológicos constantemente aplicados a los productos que compra.
Ante el monopolio de Brembo (Italia) en el mercado mundial de los sistemas de frenos para motocicletas, de reposición de stock y de competencia, BERINGER comenzó a fabricar discos de hierro fundido.
Las pruebas y puesta a punto se realizaron en colaboración con el CETIM de Saint-Etienne.
Desarrollo de una rama de estudio y de prototipos de discos para todos los vehículos (pe ciclos, ciclomotores, automóviles de alta gama y competición…).
Pocos meses después de la separación de actividades, Beringer Brakes se traslada a una nueva fábrica de 1500m² en Saint Jean dArdières (Ródano, Francia)
La voluntad de la nueva dirección es interiorizar la actividad. En 2010, la empresa adquirió una máquina láser y, unos meses después, un centro de mecanizado. Para ser lo más autónomo posible, se instala una línea de anodizado en la primavera de 2013. A partir de entonces, la empresa es casi completamente autónoma, hasta ahora solo los acabados cromados y pulidos los realiza una empresa externa.